El adiós sobrevolaba amenazante.
El desconsuelo teñía cualquier pensamiento de una oscuridad feroz, a la que debíamos acostumbrarnos con apremio.
La brisa helada de un verano inaudito, nos golpeaba como un ángel negro batiendo sus alas y que comparecía para recordarnos que de la pasión, atesoramos tantas cosas, que un jamás, amor, siempre será demasiado tiempo…

(...)M.Lokita